Se te marcan los pezones. Se marcan, sí, porque existen. Porque llevo las tetas sueltas, como se merecen. Porque así son. Porque las respeto demasiado para agobiarlas con sujetadores, para maltratarlas con aros metálicos que se me clavan, que me duelen, que las arrinconan y las esconden, como si no fuesen. Se marcan, sí, porque
Nadie cuerdo podría hablar mal de Jasper y, sin embargo, ahí estaba él, contando por enésima vez los beneficios de aquel turbio negocio. Tampoco es como si lo ilegal fuese siempre inmoral, o esa era la filosofía de Jasper. Tantas cosas existían abaladas por la ley que Jasper encontraba de lo más despreciables. La monarquía,
Adoro la fantasía y soy abolicionista de la prostitución. Por eso, cuando me topo con argumentos que defienden que las putas dan realismo a la fantasía, me dan ganas de criar a un dragón y quemarlo todo. No son argumentos marginales, por desgracia. Lo hemos vivido hace poco, tras la adaptación de la HBO de
Decía la escritora argentina Liliana Viola que en ningún otro sitio pueden hallarse tantas putas juntas como en una biblioteca. Y tiene razón. Y hay que corregir esto. Hay que pelear hasta que la prostitución solo aparezca en los libros de historia. La «prostituta» es un arquetipo literario femenino: tenemos a la madre, a la
Existe un mundo, no demasiado lejos de aquí, llamado Mitric. Es el único mundo conocido, aparte de la Tierra, donde la mayor parte de su población son humanoides. Casualmente (ya se sabe, esas cosas de la probabilidad), es el único mundo donde es posible predecir el futuro. No todos los futuros, claro, porque, como ya
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