Conozco a muchas mujeres a las que les gusta estar embarazadas. Me alegro, pero no soy una de ellas.
En mi caso, y estando en la semana 38, os puedo decir que no me gusta estar embarazada. Para hacer un símil con algo más genérico, me recuerda a entrenar muy duro: durante el entrenamiento refunfuñas y tienes muchas ganas de acabar, pero una vez terminado, estás feliz por haberlo hecho. Tan feliz, que al día siguiente vuelves a entrenar igual de duro.
Desde luego, en mi experiencia, como en la de todas las mamás, han influido varias cosas. No me he encontrado bien durante gran parte del embarazo, y eso empeora la experiencia, no hay dudas. Pero no dejo de pensar que mi rechazo es algo más teórico.
Soy consciente de que, en cuanto nazca A., mi vida dará un vuelco. Lo espero, incluso lo deseo. Pero nunca se me ocurrió pensar que ese vuelco empezaba nueve meses antes, desde que me quedé embarazada. Sé que con A. dejaré de ser dueña absoluta de mi tiempo, mis prioridades van a cambiar, y también sé que todo esto, con los años, volverá a su sitio. Lo sé y estoy preparada o, al menos, espero la experiencia con alegría.
Para lo que no estaba preparada era para compartir mi cuerpo. Y no me gusta.
Desde el minuto uno. No me gusta no poder comer lo que quiera, ni no poder hacer con mi cuerpo lo que quiera (como tatuarme o ir en bicicleta), me molesta que se modifiquen mis horarios de sueño por algo que es (y a la vez no es) ajeno a mí, o no poder salir a caminar tanto como quiero porque me canso demasiado, o tener que modificar mi entrenamiento (hasta dejar de entrenar con ciertos pesos). Me molesta, y no me gusta.
Incluso he tenido que modificar mi postura favorita para leer, porque sentada como me sentaba, el peso de A. me aplastaba los pulmones y demás, y se me hacía (y hace) incomodísimo.
Igual os parecen nimiedades. Para mí no lo son. Igual me decís: «tía, es un mero trámite, estás creando vida, blablabla». Todo eso ya lo sé. De ahí que, a pesar de todo, lo viva con alegría, porque quiero tener un/a hijo/a, y estoy encantada de que A. exista. Una cosa no quita la otra.
Lo único que digo, y no me parece ninguna barbaridad, es que no me gusta compartir mi cuerpo. Es mi templo, es mi casa, es quien soy, y tengo unas ganas infinitas de que vuelva a ser solo para mí.
«Pero Iris, luego también lo compartes, porque darás el pecho, el sueño también lo marcará tu bebé, etcétera». Que sí, que sí, pero que no es lo mismo tener una vida dentro que tenerla fuera. Y, además, consolarse con un futuro que aún no existe es dinámica de bobas. Ahora vivo lo que vivo, y lo siento como lo siento, y no voy a negarme expresar y reivindicar mis emociones porque «igual luego cambian». Suficientes veces hemos hecho eso ya las mujeres.
También veo mucho que, decir algo así, se relaciona con «es que no quieres a tu bebé». ¿Disculpa? Todavía no conozco a A. y ya le amo, pero os aseguro que también me amo a mí, y no veo en qué universo paralelo y perverso implicaría más amor hacía A. mentir sobre cómo he vivido el proceso del embarazo.
No me parece que el amor hacia nuestros hijos, hacia nuestras hijas, deba estar reñido con el amor y el respeto hacia nosotras mismas. ¿Qué tipo de sociedad me exige que mienta, que oculte mis vivencias y las blanqueé en nombre del «amor»? Por favor.
Como decía al principio del post: cada una vive el embarazo a su manera, y eso es genial. ¿Sabéis qué más sería genial? Que cada una lo exprese a su manera, también. Que hablemos de las vivencias individuales de cada una, porque puede que, así, encontremos apoyo las unas en las otras y nos sintamos menos solas y perdidas.
Contra todo pronóstico, y supongo que relacionado con esto, algo que me gusta mucho es notar las contracciones. Hace algunos días que noto las contracciones de Braxton Hicks (nombre de señoro, claro), y me encantan. Duelen, pero me gustan, de verdad. Me hacen sentir que mi bebé trabaja conmigo para venir al mundo, que se prepara, que ese momento deseado se acerca (de recuperar mi cuerpo, de verle por fin la carita).
Chicas, como veis, a cada una le gusta lo que le gusta, ¿qué se le va a hacer?
15 comentarios en «BLOG EMBARAZO: compartir mi cuerpo»
¡Hola Iris!
Es super reconfortante leerte. He estado embarazada dos veces y he «odiado» las dos. Tal como dices, no me gustaba compartir mi cuerpo. Sentir que algo se movía dentro de mi, a veces era mágico, pero otras era irritante (el hipo del bebé me ponía de los nervios y cuando estaba estresada trabajando y tenía que concentrarme era cuando más se movía y me incomodaba). Además sufrí hiperémesis en ambos, el primer embarazo perdí 10 kg en un mes y medio y no podía levantarme de la cama. Era duro oir los comentarios de la gente: al menos estás muy delgada, luego no vas a tener que perder peso, qué guapa estás tan delgadita … Y yo me sentía morir… En el segundo tuve también muchas molestias, migrañas, dolores de espalda, pubalgia… Para mi un mal trámite necesario para lo que tenía que venir después.
Pero en ambos lo mejor fue el parto, lo más duro, doloroso y alucinante que he hecho en la vida. Así que te entiendo y me veo súper reflejada en tus palabras.
Es tranquilizador leer estas experiencias fuera de lo idílico del embarazo, que sí, en mi caso fue deseado y vivido desde la ilusión, pero también conté cada día que faltaba para que acabara.
¡Gracias por compartirte!
¡Gracias por compartirnos tu experiencia!
Que bien y que bonito escribes. Pues así es, cada una lo vive como lo vive… A mí me encantó estar embarazada y me daba igual el físico y las estrías o la subida de peso, como también me encantaba sentirme acompañada, des de sus primeros movimientos, pasando por su hipo y sus patadas en las costillas (esas ya no tanto, las últimas 8 semanas las descartaría). Mi segundo embarazo lo gozé en confinamentiento en pandemia, yoga diario, meditación consciente y un parto en sala de partos naturales, totalmente fisiológico. El cuerpo que no me gusta tanto es el que queda en consecuéncia: no por estética, ni peso, ni estrías (que estàn) sinó porque cambia tanto en tan poco tiempo… Q es como si vas y te rapas la cabeza, el cambio de look cuesta de asimilar y volver a esa trenza larga va a tardar, si es que llega nunca (pq corto es más cómodo y ya está bien así) 🙂 aún así, voleveria a repetir. Lo que me lo impide…ya sería para otro comentario.
Lo de los cambios físicos es otro MELONAZO.
Yo sí disfruté del embarazo y me gustó mucho estar embarazada y parir. La verdad es que me sentía como una bendición con patas. Pero también es cierto que yo viví un embarazo muy bueno. No bebo alcohol, así que no lo podía echar de menos. Café me tomaba sólo uno al día porque literalmente me caía de sueño y tenía que trabajar. Del parto tampoco me puedo quejar porque fue muy rápido y mi recuperación fue buena. Tampoco tuve grandes dificultades con la lactancia. Leí mucho sobre este tema y sabía a quién recurrir ante la más mínima complicación. Pero, aún así, el posparto me pilló muy desprevenida. Estuve muy sola y, de verdad, ninguna mujer debería pasar todo el día encerrada en casa con un bebé sin tiempo ni para ducharse. Salir de casa era toda una aventura porque se necesitanis cosas: ropa de cambio, pañales, toallitas, juguetes, etc. Al final sales con millones de cosas para el bebé y se te olvida lo tuyo. Lo único bueno de esa etapa que dejé de depilarme y cambiarme los pendientes para llevarlos a juego con la ropa. De verdad, que ahora alucino de pensar que en algún momento de mi vida le di importancia a tener más o menos pelos en las piernas.
El embarazo, el parto, ser madre… es una experiencia que:
ni debe ser obligatoria, ni es imprescindible, ni tiene q ser lo mejor de tu vida.
Cada una lo vivimos a nuestra manera, como podemos y sabemos.
Y el amor a nosotras mismas, a nuestro espacio, a nuestro tiempo y a nuestra libertad, debe seguir siendo sagrado.
Amar a nuestra hija o nuestro hijo, no sustituye el amor q nos debemos a nosotras.
Adelante mujeres, amémonos en primer lugar para poder amar al resto en libertad.
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Yo pasé un embarazo genial (de los de ni enterarse más que por ir aumentando el perímetro de la barriga) hasta el último mes que se me clavaba en la costilla su cabeza (estaba en podálica, sí) y tampoco me gustó nada. La gente imaginando : maripositas, burbujitas, pececitos y mil cursimierdas más para describir cuando se mueve el feto y yo me imaginaba Alien….con eso te lo digo todo XD
Estoy en la semana 32 de mi 4rto embarazo y estoy contigo en tooodo lo que has dicho.
No me gusta estar embarazada! Y que mal te mira la gente cuando lo dices!
Quiero dejar de tener ardores, mis piernas se ponen como piedras al final del día, no puedo escalar ni salir a correr, dormir es incomodísimo (y quiero poder estirarme panza abajo!!), me falta el aliento pa’ to’!
Y eso mide lo que quiero a mis criaturas? Pues no, para nada, no estaría aquí volviendo a pasar por esto si no fuera por amor. Que bien expresado esto que dices de quiero volver a recuperar mi cuerpo, mi casa, mi templo.
Uff, ¡los ardores! Como los odio. Coincido contigo en que no mide el amor que sientes por las criaturas 🙂
Te entiendo y te abrazo. Todo lo que escribes lo he sentido. Amo a mis tres hijos desde el momento en que supe que existían, pero cada minuto de embarazo para mi era un suplicio, deseaba con todas mis fuerzas ser yo sola otra vez. Y esto no quita que ame a mis hijos y que los deseara, pero la gente te mira mal cuando lo verbalizas.
Odio que la idea de “madre” esté tan mitificada, otro ladrillo más con el que nos cargan.
Totalmente, tía. La maternidad parece que, o es perfecta, o no es, y pues mira, no.
Te entiendo a la perfección. Yo viví mi segundo embarazo con culpa por haber tenido una perdida gestacional en mi primer embarazo. Sentía que no podía quejarme porque era afortunada de que todo estuviera bien, pero que calvario los embarazos. Mi tercer embarazo lo pasé con ciática, mil ardores, varices, y trabajando hasta el último minuto (soy autónoma). Y ya me daba igual decir a los 4 vientos que estaba harta. A día de hoy sigo diciendo que estar embarazada para mí fue una experiencia más bien negativa, y los partos y postpartos aún peores. ¿Que amo a mis hijos? Por supuesto. Pero vaya coñazo todo el trámite hasta que llegan. Romantizar el embarazo y parto me parece una forma más del patriarcado de tenernos siempre como corderitos complacientes.
Bua tia gracias. Gracias por decirlo tan claro. Estoy de 30 semanas. He estado con nauseas desde la 6 hasta la 25. No había estado tan cansada cansada en mi vida y estoy harta y quiero que acabe ya.
Me duelen cosas que no entiendo. Soy una persona tirando a pequeña físicamente, osea que ahora mismo soy una mujer a una barriga pegada; estoy muy incomoda. Que es normal porque estoy embarazada pero joder, esq parece que me tenga que gustar mear cada media hora, no poder respirar xq la barriga empuja el diafragma y consecuentemente los pulmones o que se me duerman las manos y los pies y que se me hinchen y mil cosas más. No veo el puñetero momento de comerme un bocadillo de fuet, ponerme hasta el culo de sushi y pedir el entrecot poco hecho. No veo el momento de plantarme los patines, de salir a andar sin echar el hígado por la boca a los tres pasos y de dormir bocabajo.
Estoy harta de la gente que me dice que “disfrute de mi embarazo” que luego “lo echare de menos”… porque yo solo puedo pensar en tener a mi niña en mis brazos y que mi cuerpo vuelva poco a poco a ser mio.
Estar embarazada para mi es un coñazo y estoy hasta el mismisimo c*** de que la peña me trate de egoista, de ingenua o de tonta basicamente; xqe parece que todo el mundo sabe como me siento y como me voy a sentir menos yo.
“Ya verás cuando salga como querrás que vuelva dentro”……
Estoy harta.
Ala un patunet que ya me he “desahogao”😘
Totalmente. Lo del bocata de fuet también jajajaj Y además es eso, no puedes decirlo. Pues mira, oye, digamoslo, y a quien no le guste, que se pire.